Eros 128
27 septiembre, 2011 | 0 Comentarios

Y como siempre, os dejamos con las palabras de la jefa en su texto editorial mensual:

Resulta curiosa en ocasiones la mentalidad masculina y lo mucho que difiere ésta de la femenina. Desde que en el editorial del mes pasado comentamos las vivencias de una joven lectora a la que sorprendieron masturbándose en los lavabos de su instituto, nos han llegado numerosas cartas de otras ‘supuestas’ jóvenes sorprendidas en todo tipo de situaciones masturbatorias.

La verdad es que algunas estaban redactadas en tono jocoso que no pretendían ser tomadas en serio, pero había otras donde el ingenioso lector de turno nos escribía inventivas misivas con respecto a situaciones ‘comprometidas’. Y la verdad es que, como decía, es curioso lo sencillo que es acabar determinando en ocasiones la procedencia de una carta.

Seamos serios, chicos (y chicas, que muchas sois las que leéis esta revista), una carta donde la supuesta autora pone ‘Y me pillaron haciendo el dedillo con fuerza’ no es seria ni puede estar escrita por una joven (¿con fuerza? ¿qué es hacerse el dedillo con fuerza?). Ni tampoco lo es ‘Me introduje el plátano más grande que encontré pensando en mi jefe, ahora en el ano, ahora en la vagina’, sencillamente porque cualquier chica sabe que no es muy recomendable ni higiénico el transportar según qué ‘elementos’ desde la zona anal a la vagina (aunque es un avance el que nuestro escritor de turno ponga ‘vagina’ y no ‘coño’).

También las había que lograron engañarnos inicialmente en la redacción hasta el esplendoroso final de turno: ‘Fue entonces cuando mi profesor entró en la clase y me sorprendió tocándome. Me obligó, aunque no tuvo que esforzarse mucho la verdad, a masturbarle. Primero se corrió en mis pechos y luego me forzó a chupársela hasta correrse de nuevo en mi boca’. Si complicado es creer que un profesor haga algo semejante en una sala supuestamente abandonada al acabar las clases, más lo es que una vez consumado el orgasmo tenga ganas de repetir y jugarse el puesto de trabajo y algo más por simplemente correrse de nuevo (vale, sé que aquí el usar el término ‘simplemente’ a un hombre le parecerá una atrocidad y todas esas cosas, pero sed realistas).

De todas formas, en algunos casos, incluso nos molestamos en intentar localizar el número de teléfono de la persona en cuestión (en base a la dirección que venía en el remite, por ejemplo) y en todos esos 3ó 4 casos, quien nos respondía no era, ni mucho menos, una jovencita escolástica (ni había rastro de ella; es más, en un caso nos lo cogió una mujer con la que hablamos y cuyo marido –lector nuestro confirmado- creo que se llevó la reprimenda de turno).

Sea como sea, al menos queda demostrado el ingenio e inventiva de alguno de vosotros que podríais perfectamente opositar al puesto de guionista de cualquiera de nuestras historietas mensuales.

El mes que viene, sí, seguiremos hablando de la masturbación femenina… y masculina, si se tercia.

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